“Agradezco a Dios cada día todo lo que tengo y me dedico a vivir con plena consciencia de ello”
Gracias Patricia por la posibilidad de contarles un poco de mi historia.
Nací en Montevideo, en el barrio del Prado en mayo de 1964. Mi infancia sin embargo, transcurrió en La Blanqueada ya que nos mudamos cuando cumplí un año.
Mezcla de suizos y alemanes por el lado paterno y de portugueses y gallegos por el materno. La familia de mi padre es oriunda de Colonia Suiza a donde llegó mi tatarabuelo con sus hijos desde el cantón de AARGAU en Suiza. Responsable de mi ascendencia gallega fue Antonio Couto Ferreiro, el abuelo de mi madre, quien llegó a Montevideo solo, en un barco a los 13 años, proveniente de Corcubión. Fueron mi abuela y tía abuela, quienes me transmitieron las historias y las costumbres; recuerdo las sobremesas familiares cuando ellas contaban los viajes a Galicia donde conocieron la casa y la familia de su padre.
Mi madre es profesora de francés y mi padre médico cirujano, tuvieron cuatro hijos, de los cuales yo soy el mayor y luego vinieron Pablo, Fernando y Ana. A mis 9 años mis padres se separaron y pasamos a vivir con mi madre. Mi padre se mudó a Melo y se volvió a casar. Tengo 3 hermanos más, Andrés, Germán y Sebastián.
Fui al Colegio y Liceo Alemán de donde atesoro un grupo de amigos del alma, tanto compañeros de la época en la que fui alumno, como otros que aprendí a conocer más acá en el tiempo, padres de compañeros de mis hijas.
Uno de ellos es Jorge Expósito al que le agradezco de corazón el haberme acercado a AEGU, donde encontré un grupo de personas que me recibieron con mucho cariño. Emprendedores con los que ya he tenido la oportunidad de compartir valores y de quienes aprender mucho en este nuevo – para mí – desafío de emprender.
Agradezco a Dios cada día todo lo que tengo y me dedico a vivir con plena consciencia de ello. Caigo, por supuesto, mucho más de lo que quisiera, en la queja y en la conclusión rápida, pero las combato. Me ayuda mucho para eso la meditación, que practico desde hace casi diez años, siguiendo la guía de la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana.
Soy ferviente defensor del deporte como forjador de valores. Jugué rugby en Los Cuervos, mi querida camiseta negra.
Además me gusta cocinar y pescar.
Conocí a Silvia en el año 2000 y nos casamos en el 2002. En plena crisis, mis suegros queridos nos regalaron la fiesta. Silvia es la persona con la que comparto todo y con quien me siento cómodo y en paz, simplemente estando. Nuestras hijas Josefina (16) y Eugenia (13) son nuestra fuente de alegría y aprendizaje más importante.
Un recorrido por estudios y trabajos: ingresé en la Facultad de Ingeniería en 1983, a cursar el Ciclo Básico de Ingeniería. En esa época, junto a mi hermano Pablo montamos un puesto de venta de chorizos en la plaza de Villa Biarritz, que funcionaba los sábados y nos daba para hacer algún dinero, que por cierto se agotaba pronto. Buscando algo más, comencé a trabajar colocando antenas de TV en casas y edificios, después como administrativo en un taller mecánico. Ya en 1986 ingresé en ANGENSCHEIDT & CIA, una barraca de lanas propiedad de mi familia, primero como cadete y años más tarde como analista donde colaboré en el desarrollo del sistema informático en los albores de la era del PC. Endulzado por la parte económica que venía muy bien, dejé la facultad y me dediqué de lleno al negocio de la lana. Hasta que en 1990 “la lana se peleó con el mundo” y tuvimos que reconvertir la antigua barraca de lanas en un depósito para alquilar por metro cuadrado, lo que me significó un período de muy pocos ingresos. Allí estuve hasta mayo de 1994 cuando empecé como jefe de operaciones en SUPRAMAR, un depósito aduanero particular que desconsolidaba contenedores de importación y rellenaba los de exportación, que acababa de iniciar actividades. Luego de un año llegué a la conclusión que necesitaba formación si quería progresar. Así es que gracias al apoyo económico de mi familia, vuelvo a la universidad ORT a cursar la carrera de Analista de Sistemas, recibiéndome en el año 1998. Me especialicé luego en redes e infraestructura y me dediqué al soporte a empresas trabajando para Cóppola y García. En el año 2000 tomé la decisión de tirarme por mi cuenta como consultor particular, actividad que desarrollé hasta el año 2007 cuando me ofrecieron encabezar el área de Sistemas de Información en DUCSA, a quienes tenía ya como clientes. A principios de 2020 me “invitaron a dejar la empresa” lo que tomé como una ayuda para emprender finalmente mi propio negocio. Hoy en día llevamos adelante con mis socios Clínica Araúcho, donde asesoramos de forma personalizada en medicina privada y estética avanzada. Recientemente terminamos la obra de la sala de operaciones, con la que esperamos lograr eficiencias en los costos que paga el paciente.